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“El taller de Mémé” es un homenaje a toda una generación. A esas abuelas fuertes y decididas de las que poco se habla, siempre en la sombra y al cuidado de los suyos.Mí Mémé; como muchas otras mujeres, cuando comenzó la guerra civil se vio obligada a emigrar a Francia. Hasta entonces había llevado una vida cómoda y sencilla, sin más preocupaciones que las propias de una mujer de clase media. Su pequeño mundo era su familia y su pasión por la costura. La velada de los jueves con las amigas entre hilos y tijeras. Tardes de patrones, de chocolate con bizcocho entre chascarrillos y al abrigo de aquellas radionovelas que las hacían soñar con galanes y amores imposibles. Tardes de sofocos y risas, de confesiones, de dudas…Llegaron a Francia con un par de maletas, ignorando el idioma y huyendo de la guerra. Conocieron la necesidad, las estrecheces, el fin de una vida sencilla. Pero Mémé tenía una voluntad de hierro, eso y sus patrones y tijeras. Convirtió su pasión en su modo de vida, montó un taller de costura que durante todos aquellos años fue el sustento de la familia.Lo curioso es que ha sido Tantine (hermana de mi padre) quién me ha contado esta historia. Mi Mémé nunca le dio importancia, quizás porque consideraba que simplemente había cumplido con su deber. Pero a mí Tantine le brillan los ojos cuando habla de ella, de aquella mujer fuerte e inquieta que adoraba la costura y el chocolate caliente.A su manera, mi padre también siguió sus pasos. Siendo poco más que un chiquillo y para que mi tío Jon pudiera estudiar, se puso a trabajar como ajustador en una fábrica allí fue dónde nació su afición a la joyería haciéndole a su hermana (mi Tantine) una sortija de acero. Él aseguraba que aquellos fueron sus inicios como artesano joyero ó “ joyero fabricante ” como rezaba en la placa de su taller. No todo lo que decía mi padre te lo podías tomar en serio, tenía una imaginación desbocada, una forma de relatar que siempre he adorado, pero esta historia es cierta. Trabajaba con todo tipo de piedras y metales preciosos, aunque el anillo que hizo para mi Tantine fuera de simple acero. Ahora soy yo quién conserva gran parte de sus diseños y hace pinitos con sus propias creaciones, convirtiéndolas en tocados. Esa es mi herencia, el pasado del que me nutro todos los días, uno de los motivos por los que llevo ya años dedicándome a hacer todo tipo de manualidades con materiales reciclados retales de fieltros, tules ó telas de tapicería. Les doy una vida nueva, convirtiéndolos en tocados, regalos para bebé, broches….. Pero son ellos los que deciden lo que quieren ser, yo solo les doy forma.
Te invito a que des un paseo por mis creaciones y que si te atraen te pongas en contacto conmigo. Encontraremos el detalle perfecto, para sorprender a alguien ó también para ti.
Karmele Amuriza
Vista de Los Txopos (Algorta /Bizkaia)
2010 - present
2010 - present
